8 de junio de 2010

A continuación, y dentro de la sección "en primera persona", otra anécdota patética, jeje.

3. Voy a quemarte el coche

He trabajado en diferentes talleres de fabricación de conductos de chapa galvanizada. Para poder cortar este tipo de chapa usábamos una máquina llamada plasma. El plasma, además de cortar la chapa con un electrodo, le da forma y nosotros, a continuación, uníamos las diferentes formas con el objetivo de montar piezas, tales como curvas, reducciones, pantalones (un conducto que se transforma en dos) entre otros.

La persona que se ocupaba del plasma tenía que soportar el humo que la chapa galvanizada desprendía. Para evitar respirar este humo tóxico había un extractor conectado a través de un tubo flexible de unos 30 o 40 centímetros de diámetro, una medida insuficiente que no era capaz de impedir que todos y, sobre todo el operario del plasma, respirásemos el humo. El trabajador del plasma, además, no estaba autorizado a salir de la zona cercana a la máquina, es decir, tenía que trabajar dentro de un perímetro muy reducido bajo la atenta mirada del patrón que, desde su despacho, lo controlaba todo.

Una mañana presenciamos una escena patética en la que el patrón nos mostró su rostro más inhumano. Aquella mañana no era nada especial: la misma gente, las mismas caras y el mismo maldito humo asesino que nos anunciaba que el plasma estaba cortando chapa. Todo "bien" hasta que el operario del plasma decidió ir al servicio. Este movimiento prohibido fue el que, con ansia, esperaba el patrón. Cuando nuestro compañero volvió del servicio, el explotador había bajado al taller y empezó a gritar al pobre chico: "¿Pero qué haces? ¿No te he dicho que no abandones tu puesto de trabajo? Si lo vuelves a hacer te quemo el coche, me oyes? te lo quemo!" Los dos empezaron a discutir durante unos minutos y todo tipo de insultos y gritos se oyeron. El jefe, finalmente, se marchó amenazando a nuestro compañero con un "si te encuentro por la calle te mato". Pero la parte más fuerte (aún más) viene cuando el propio jefe confesó que él mismo, con un cuchillo, hizo un agujero en el tubo flexible con el objetivo de que el humo saliese sin ningún problema. Entonces, todos nos enfrentamos al patrón y decidimos denunciar. Días más tarde, yo encontré otro trabajo (donde sufrí el accidente), pero me alegré al saber que los antiguos compañeros unieron sus fuerzas, crearon un comité y denunciaron al patrón por todas las barbaridades que se produjeron allí.

La última información que tengo es que la mayoría de los operarios ya no trabajan allí y que el explotador, después de casi 10 años, aún tiene juicios pendientes, ya que los nuevos trabajadores no dejan de denunciar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario